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| | Viernes 16 de junio de 2006
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Montecristo
Escribiendo un éxito
Los autores de la tira cuentan cómo adaptaron un clásico de la literatura al género más popular de la TV: la telenovela
"Estaba pensando el otro día que para el momento en que él aparece podemos poner una placa que diga «Fin parte I» , como en el libro", dice Marcelo Camaño, olvidando por un momento que está sentado frente a un grabador, en medio de una entrevista. El y Adriana Lorenzón escriben los guiones de la telenovela que recuperó el melodrama para la TV: "Montecristo". Parece que no es raro esto de que en cualquier momento, hora de trabajo o no, los guionistas vean aparecer la inspiración y se larguen a pensar, trabajar y jugar con las circunstancias de la tira de Telefé Contenidos que se emite hace casi dos meses por esa pantalla. Y cada visita de la musa implica una vuelta a las fuentes: el libro “El conde de Montecristo”.
Sobre la mesa de trabajo de Lorenzón y Camaño el libraco de 1400 páginas tiene marcas, señaladores y aspecto de ser consultado seguido. “Esto es una maravilla, el final de cada capítulo es un gancho como si [Alejandro] Dumas hubiese escrito para televisión. Bueno, el folletín tenía algo de eso. Si hasta le medían el rating porque si no vendían bien el periódico del día en que salía el capítulo al próximo número no lo ponían”, dice Lorenzón que después de años de transitar los guiones costumbristas de “Buenos vecinos” y “Los Roldán”, entre otros, volvió al primer amor, la telenovela.
Claro que “Montecristo” no es una telenovela como otras, porque aunque respeta todos los tópicos del género lo hace de una manera particular. Ahí están el amor, la venganza, los desencuentros familiares y hasta las identidades confusas, sin embargo en el camino de la página literaria a la pantalla televisiva algo cambió. La realidad argentina se coló de manera inédita en la ficción.
“Primero hubo una relectura del libro y después se trabajó para adaptar «Montecristo» a la Argentina de hoy. Fundamentalmente se trata una historia de amor. Empezamos a trabajar desde un lugar de admiración por el libro porque para nosotros, los que escribimos tele, es una novela básica, fundacional. La idea de Telefé contenidos de poner a la luz el título nos favoreció porque nos dio vía libre para jugar con la novela original”, dice Camaño, responsable el año que pasó de los guiones de “Doble vida” y parte del equipo que realizó “Resistiré”.
–Y ese juego implicó poner al tema de la dictadura y su consecuencias en el centro del relato.
Lorenzón: –Cuando empezamos a trabajar sobre la adaptación, primero al presente y luego a la Argentina, tuvimos en cuenta que en “El conde de Montecristo” el disparador de la historia es una cuestión política: una carta de Napoleón que Edmundo Dantés debe entregar y eso provoca que lo metan preso sin retorno. De los temas que podíamos abordar que tuvieran que ver con algún transfondo político y que fueran lo suficientemente fuertes para justificar el asesinato de un juez, que el personaje de Echarri fuera preso y que hubiese una consecuencia luego en el presente, el que más nos cerró fue el de la dictadura militar. Y además nos pareció que iba a tener una base sólida para justificar todos los conflictos. Porque estamos hablando de una cuestión social que es una herida abierta para toda la sociedad argentina.
–¿Qué opciones argumentales descartaron?
Camaño: –Los otros temas que barajamos tenían que ver con el narcotráfico o implicaban meternos en política partidaria más directamente: candidaturas y esas cosas que ya se abordaron en otras novelas y nunca muy a fondo.
–En esta oportunidad la excusa política quedó en el centro de la escena.
Camaño: –La idea fue que la historia de amor, el triángulo amoroso de Santiago (Echarri), Laura (Paola Krum) y Victoria (Viviana Saccone) pasara por ahí. Utilizar para el melodrama la línea de dos hermanas separadas por circunstancias de la vida que se reencuentran en algún momento es un tema muy realizado en las novelas, pero esta vez lo contextualizamos con los desaparecidos y las familias rotas en aquella época. Era una vuelta de tuerca que nos cuadraba perfecto, que no se había hecho todavía en la TV, que nos servía para realzar la historia y que suponía saldar una deuda grande de la pantalla chica con este tema.
Lorenzón: –Además este conflicto nos permite transformar argumentalmente la venganza en justicia. Porque en el original el tema de la venganza es mucho más lineal, el conde llega a vengarse y, cuando termina todo dice: “Estoy en paz”. Acá la venganza se va a transformar en justicia.
–¿Cómo trabajaron el hecho de que el héroe de esta telenovela a veces actúa igual o peor que los villanos?
Camaño: –Es difícil porque tenemos un héroe que va y le pega con un palo en la cabeza al malvado. En algún momento hará el arco de vuelta. Por ahora tiene muchas contradicciones, cada vez que hace algo mal se da cuenta, lo sufre. Lo cuidamos mucho, pero nos permitimos pasar ciertos límites que en la novela tradicional no se puede.
Rompiendo moldes
“Montecristo”, con sus escenas de acción, sus largos diálogos cargados de información y sus personajes dotados de más de una cara es novela clásica y de ruptura al mismo tiempo. Una combinación novedosa para una TV que hasta su aparición parecía preferir el humor a la pasión.
–La trama de la tira obliga a dejar de lado el control remoto.
Lorenzón: –Esta es una historia muy compleja, buscamos mucho por dónde iba porque el relato del libro es muy truculento, muy lúgubre, con cantidad de personajes que están todos vinculados entre sí. Para nosotros es una suerte tener un historia tan fuerte que involucra a todos. Lo que sucede en aquella punta afecta a la otra entonces hay que estar muy atentos a que eso esté sincronizado todo el tiempo.
Camaño: –La idea de Claudio [Villarruel] y Bernarda [Llorente] desde un principio fue que ésta fuera una novela para escuchar. Por supuesto que la TV es entretenimiento y se la mira mientras se da de comer a los pibes y se atiende el teléfono, pero queríamos hacer una tira que se escuchara, en la que se dijeran cosas. Tenemos que repetir información para que los espectadores no se pierdan, pero está pensada así: “Te perdiste un capítulo, que pena para vos”.
Sincronicen sus relojes
Hubo una época en que era posible usar como sinónimos la hora que marcaba el reloj con el momento exacto del día en que empezaba la telenovela preferida. “Es la hora de mi novela”, decían hasta hace poco tiempo los seguidores de este género. En la TV actual ese juego del lenguaje es imposible, pero los autores de “Montecristo” encontraron una buena manera de reemplazar esa costumbre. “Es a.M. y d.M. Hay gente que nos cuenta que organiza su noche según esas coordenadas”, dirán. Y la explicación no se hace esperar, a diferencia de la mayoría de los ciclos de la pantalla chica. “Es que a.M. y d.M. son las siglas de antes de «Montecristo» y después de «Montecristo». Los seguidores son bastante ocurrentes”, se ríe Camaño. Tanto él como Lorenzón miran los capítulos al mismo tiempo que el público y con la misma pasión. O casi.
“Una mamá del colegio de mi hijo me dijo el otro día muy seria: «Si no se encuentran la semana que viene te retiro el saludo»”, dice Lorenzón con un sonrisa, aunque cada vez que abra su casilla de mails la encuentre tapada de mensajes de sus amigos y conocidos que utilizan variados insultos para pedirle que reúna a los protagonistas.
“Estamos muy concentrados en la historia y a veces nos preguntamos cuánto debería durar esta novela. Porque ya vemos que 150 capítulos no nos van a alcanzar. Este relato no tiene mesetas porque todo el tiempo se abre un juego nuevo. Puntos de giro tenemos para tirar al techo”, se entusiasma Lorenzón mientras desde la mesa de trabajo “El conde de Montecristo” vuelve a abrirse para sumar material a la telenovela que todas las noches le hace un brillante homenaje.
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