Sueño de dos jóvenes actores
Paola Krum y Joaquín Furriel estrenarán una obra de Shakespeare, dirigidos por Alicia Zanca, en el Teatro San Martín
"Shakespeare es a las hadas inglesas lo que fue Homero para la mitología griega." Así lo define un tal M. Guizot, traductor al francés de las obras completas del Bardo en una edición de Garnier, en 1924. Las hadas y los duendes siguen hasta hoy poblando el imaginario popular británico, como criaturas fundamentales de su tradición épica y romántica.
A "Sueño de una noche de verano", estrenada el 26 de enero de 1595, durante los festejos de boda del conde de Derby con lady Elizabeth Vere, en presencia de la reina y de toda la corte, los críticos suelen asimilarla, en el rubro común de "comedias de magia", a la muy posterior “La tempestad” (¿1611?).
El clima de ambas piezas se parece, pero el tono es muy distinto. Si ambas comparten la presencia de un elfo, o duende –Puck en el “Sueño”, Ariel en “La tempestad” (por igual ufanos de rodear el globo terrestre en un vuelo de cuarenta minutos)–, los dos son por completo opuestos.
Ariel es un espíritu benéfico, metafísico casi; Puck es travieso, malicioso, ambiguo, capaz de divertirse con el trastorno que sus errores causan a los tontos seres humanos.
Es que Puck, pieza maestra en el juego delirante del “Sueño...”, conocido también por los nombres pintorescos de Hobgoblin y Robin Good Fellow, no sería otro que el diablo. Un diablo menor, si se quiere, mas no por eso menos insidioso. Se lo compara con el famoso “hombre de los bosques” del imaginario medieval y con el Arlequín de la Comedia del Arte.
Teseo, el duque de Atenas según Shakespeare, tiene aquí apenas un tenue parentesco con el héroe ateniense de la mitología.
El único dato coincidente con éste es su boda con Hipólita, reina de las amazonas, vencida en batalla por Teseo y tomada por él como esposa. Titania, reina de las hadas, no es otra que la célebre reina Mab de las leyendas de origen celta, que pasea por el bosque nocturno en su carruaje de cáscara de nuez, vestida con telas sutiles, tejidas por las arañas y constelada de rocío a guisa de diamantes. Criatura equívoca, capaz de perturbar los sueños de las buenas gentes.
El texto original contiene datos curiosos. En la escena primera del segundo acto, un hada del cortejo de Titania le cuenta a Puck que ella es la encargada de “regar los círculos mágicos sobre la hierba”. Desde hace mucho se viene hablando de los misteriosos “círculos de hadas”, que suelen aparecer en las praderas y los sembrados ingleses.
En la segunda escena de ese mismo acto, Titania acusa a su marido, Oberón (con quien pleitea por la posesión de un joven paje raptado en la India), de anegar a propósito “los prados donde jugamos a la rayuela”.
¿Y cuál es la flor cuyo jugo, por orden de Oberón, debe destilar Puck en los ojos de los jóvenes enamorados y de la terca Titania? Una nota al pie de página de la mencionada edición francesa aclara que “se trata del pensamiento, que en inglés se dice también Love in Idleness, amor ocioso; u ojo del corazón, o hierba de la trinidad; en fin, la viola tricolor de Linneo”.
¿Comedia de magia o visión amarga de la existencia? Jan Kott, el crítico polaco que revisó toda la obra de Shakespeare a través de un lente negro, asegura que el “Sueño...” es sólo una fantasía sexual sobre el tema de la bestialidad... Sea como fuere, es inmensamente disfrutable; y la representación de los rústicos en la boda principesca es el paso de comedia más eficaz que se conoce en la historia del teatro universal.
Por Ernesto Schoo
Para LA NACION
10 de abril, de 2005